Sardinas, jureles y pargos
danzando; en las aguas azules,
con peces trajeados de gules:
no saben de tragos amargos.
Escualos de dientes muy largos
se sienten seguros curules,
navegan vestidos de tules:
despiertan de ancestros letargos.
Se acaba la celebración;
comienza la carnicería;
la sangre vertida se espesa.
Famélica es esta canción
que agota cualquier alegría
en ésta pelágica mesa.
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